Te habrás dicho a ti mismo, al mirar hacia atrás en tu vida,
"¡estoy contento de que mis días de escuela terminaron! ¡Finalmente estoy
libre de todas esas pruebas!" Esto suena maravillosa, por supuesto, ¡pero
así no es realmente como sucede!
Cuando nuestros amados Dioses Padre-Madre Helios y Vesta nos
atrajeron como chispas espirituales de alrededor del Gran Sol Central dijeron, "les estamos dando la
oportunidad de convenirse en hermosos seres espirituales, tal cuál somos
Nosotros”. Queremos que tengan todos los Atributos Divinos que Nosotros tenemos , Amor, Sabiduría, Poder, Pureza, Verdad, Paz, Sanación, Consagración y
Concentración, “para que puedan expandir las fronteras del Reino de Dios".
Como sabemos, nada se logra sin el esfuerzo personal y, por
tanto, se nos manda a la escuela, al Aula de las Siete Esferas alrededor de
nuestro sol físico, y pasamos en cada esfera tanto tiempo como queramos,
pareciéndonos cada vez más a Dios a medida que progresamos al pasar por ésta,
nuestra aula.
Algunos de las chispas decidieron quedarse en una de las
Siete Esferas para allí servir a Dios. Sólo los más fuertes deciden pasar a
través de todas las Siete Esferas y proseguir a un aula nueva, la Tierra. Y
quienes prosiguen a la Tierra están en el sendero para convertirse en la
Divinidad, exactamente como nuestro propios Dioses Padre-Madre, Helios y Vesta.
Todos estamos sobre ese sendero. ¡Nosotros lo escogimos!
Y lo interesante de esto es que no hay vuelta atrás. Todos
tomamos conscientemente esta decisión trascendental, hace mucho tiempo. Algunos
de nosotros escogemos ir despacio, a través de muchas, pero muchas
encarnaciones. Otros progresamos más rápidamente.
Primero, el neófito es puesto dentro de una celda similar a
las celdas que los monjes utilizaban en cierta época. Allí se le deja bastante
solo. Se le provee de una cama escueta, una silla y una mesa.
Claro está, el neófito tiene acceso a la maravillosa
biblioteca. Se espera que comulgue con su propia Presencia "YO SOY",
esforzándose por contactar ese Ser Divino, y dentro de sí desarrollar humildad
ante este Él.
En el primer templo, los chelas aprenden la razón de ser.
Ellos hacen la gran rendición, y luego se disponen a trabajar sobre sí mismos,
sin importar las dificultades que ello conlleve. Si necesitan resistencia
física, se les dan ciertos ejercicios, ciertas danzas, ciertos ejercicios de
respiración, y se les cimenta fuerza y vitalidad en el cuerpo. Si necesitan
concentración, se les entrena al respecto. Si necesitan tranquilidad y.
equilibrio emocional, también se les ofrecen las disciplinas para
desarrollarlas. Cada quien es su propio gurú, y esa es la parte más difícil del
Templo de Luxor.
Dentro de este gran templo, bajo la dirección del Gran El
Morya y Sus Asistentes, se da la disolución de la rebelión. La rebelión dentro
de la corriente de vida es el sentimiento que separa a todo hombre y mujer del
estado de gracia y de la comunicación constante con su Ser Divino.
A los pocos que superan el primer templo, se les lleva al
segundo, conocido como el Templo del Aprendizaje.
Aquí, bajo la dirección del amado Lanto y los Hermanos de Su
Orden, se les da la instrucción sobre la Ley, desarrollando la comprensión de
la Ley de Causa y Efecto y demás Leyes Divinas.
Este es un episodio placentero y feliz. Se estudia el bien
en el Cuerpo Causal, y los chelas se concientizan de la acción de la Ley que
afirma: "Cuando recibes más asistencia de la que te mereces por mérito,
tienes que dar un balance en servicio".
De esta manera, luego de estudiar su Cuerpo Causal y de
escuchar los dictados de su corazón, el chela determina cómo puede dar el mayor
servicio posible a la comunidad y a la humanidad. Decide convertirse en un gran
cantante, un gran artista, inventor, instructor, sanador, sacerdote y así
sucesivamente. Luego se le asigna a un templo donde puede desarrollar mayor
eficacia en el campo que escogió.
En el tercer templo, se te pide que vivas con otras seis
corrientes de vida, quienes tienen en sí las características particulares y las
cualidades generales que te molestan. Tienes que vivir y orar con ellos. Tienes
que vivir y aprender la ley que Saint Germain dio no hace mucho, en cuanto a
que "Ia gente rechaza a las personas, lugares, condiciones y cosas, porque
no se ha dominado a sí misma". Después de que te has ajustado a estos seis
individuos, se te traslada a otro grupo de seis, hasta que, por supuesto, estás
entre los pocos que no necesitan más de esto. Es en este templo que se van casi
todos los chelas. Este templo está bajo la supervisión del Amado Pablo El
Veneciano, el "Caballero del Cielo". No obstante, para ser una
persona amable y gentil, tienes que ser tan fuerte, y tu tolerancia estar tan
desarrollada, tu amor ser tan magnífico, que nada pueda cambiar la radiación de
tu aura, excepto tu voluntad que la dirija hacia delante para una buena causa.
Quienes logran superar el tercer templo a la maestría,
comparecen ante Serapis Bey por primera vez desde que entraron al Retiro.
Muchos, pero muchos han partido por la puerta abierta antes de este momento!
La amada Maestra Ascendida Lady Nada
tuvo un momento difícil al pasar esta iniciación. Varias veces, durante cortos
períodos de libertad, Ella salía precipitadamente al desierto o al río Nilo, en
busca de alivio.
En el cuarto templo viene la maravillosa experiencia
conocida como "la unificación con el Cristo". Esta es una iniciación
que preside Serapis Bey en persona. Quienes han aprendido a vivir con su
prójimo, se han ganado el derecho de vivir con Dios...¡y a ver la Presencia
cara cara! ¡Aquí se descorre el velo, y
el Santo Ser Crístico se revela.
Pero éste también es un período en que muchas voces hablan,
cuando sólo el discernimiento, la oración, el altruismo y la humildad pueden
discernir la Voz del Silencio. Este es un período en que, de ser posible, el
ego es henchido (engreído) y las voces hablan de las grandes cosas que la
personalidad hará. Dentro de este templo, a la personalidad externa se le
despoja de todo egoísmo -tanto sutil como aparente- y después de pasar a través
de esta iniciación, la corriente de vida está lista pata la Consagración.
En el quinto templo, donde los cada-vez-más-pequeños grupos
entran bajo el Gran Hilarión, llegamos al hermoso Festival de Consagración.
Aquí, los chelas se dedican como sacerdotes y sacerdotisas (el Llama del Fuego
Sagrado). Hasta llegar a este punto, a los aspirantes no se les permite manejar
la Llama ni oficiar en el Altar. Conforman la congregación, los suplicantes,
los neófitos con la cabeza rapada los ropajes de lino, los pies descalzos y los
corazones esperanzados. Cuando entran al quinto templo, habiendo pasado a
través de la iniciación de unirse al Santo Ser Crístico en humildad desinterés:
y servicio, están listos para obtener los ropajes de la CONSAGRACIÓN, las
vestimentas puestas sobre ellos, las sandalias doradas en sus pies, los ropajes
de lino sobre sus cuerpos.
Entonces, el Gran Hilarión, el Arcángel Rafael o alguno de
los miembros de Su corte, realiza el Servicio de Consagración. La Luz es,
consagrada antes de que entre al cuerpo. El cuerpo emocional es consagrado y
hecho visible a toda la asamblea. Luego, el cuerpo eterico y el cuerpo mental
son consagrados; y después de que esos cuerpos internos son de esta manera bendecidos,
cada uno de los sentidos es consagrado por el sacerdote que preside y por
Serapis Bey. Esta es una ceremonia magnífica, y algún día será organizada en
las ceremonias del futuro. Luego, allí
se da la consagración de las manos, a través de las cuales fluye la Llama de la
Sanación; la consagración de los pies, los cuales se convienen en el anclaje
del Fuego Sagrado doquiera que ese cuerpo, desplace; la consagración de los
labios, para pronunciar las palabras sagradas que invocan y comandan la manifestación
de la precipitación y los poderes sanadores; la consagración de las energías a
través de los ojos que capacitará la corriente de vida para ver únicamente la
perfección y llamarla adelante.
A los nuevos sacerdotes y sacerdotisas, majestuosos en sus
túnicas, cada uno representando el Rayo que es la actividad natural de la
corriente de vida, se les asigna entonces al culto del templo. Allí, sirven por
periodos cortos o más largos; algunos no van más allá de esta iniciación.
En el sexto templo, los chelas se convierten en mendigos
ministradores, dejando Luxor para probar su Luz en el mundo de la forma. Las
hermosas vestiduras son retiradas de sus hombros y se ponen a un lado dobladas;
asimismo, las vestimentas de seda, los magníficos turbantes, las joyas de Luz,
el Cetro de Poder, les son quitados. Vestidos, nuevamente como mendigos, los
seres ministradores bajo el Rayo Devocional entran al mundo de la forma, SIN
CREDENCIALES y con un VOTO DE SILENCIO. No hay forma de lograr que ni siquiera
los espiritualmente alerta y dignos se enteren de sus capacidades, excepto por
la propia Luz del mendigo que, a través del ojo, el gesto, la radiación y el
aura, tiene que prestar el servicio de expandir la Luz y de alentar la
Ascensión entre las personas que ellos contactan.
Quienes regresan ,y algunos lo han hecho a lo largo de las
edades, trayendo de vuelta las gavillas de su servicio en el mundo de la forma,
están listos para entrar al séptimo gran templo; y a través del uso del Fuego
Violeta, cada átomo y célula de su ser se convierte en una ceremonia de
exteriorizar la Voluntad de Dios. Cada uno se convierte en una ventana a través
de la cual, la Vida de Dios fluye sin calificación impura de ninguna clase,
excepto para expandir las fronteras del Reino. Cada cual es como una fuente,
que no tiene ni forma ni personalidad, y en este claustro se mantienen hasta el
cierre de su período en la Tierra, cuando la Ascensión esté asegurada.
Nuestra vida actualmente en el mundo de la forma, nos está
metiendo a muchas de las mismas iniciaciones como las que se han descrito, y
nosotros mismos podemos medir nuestros éxitos y nuestros fracasos sin las
indicaciones de un gurú, conociendo, en la honestidad de nuestro propio
corazón, dónde necesitamos desarrollar más Iuz, y dónde ya somos maestros. De
esta manera, cada hombre se convierte en su propio instructor, y atraviesa la
Llama de la Ascensión a la perfección
del gran sacerdote o sacerdotisa; y al cierre de la vida terrena a... ¡tendrá
la Liberación!
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