domingo, 6 de diciembre de 2015

Las Siete Iniciaciones




Te habrás dicho a ti mismo, al mirar hacia atrás en tu vida, "¡estoy contento de que mis días de escuela terminaron! ¡Finalmente estoy libre de todas esas pruebas!" Esto suena maravillosa, por supuesto, ¡pero así no es realmente como sucede!
Cuando nuestros amados Dioses Padre-Madre Helios y Vesta nos atrajeron como chispas espirituales de alrededor del Gran Sol  Central dijeron, "les estamos dando la oportunidad de convenirse en hermosos seres espirituales, tal cuál somos Nosotros”. Queremos que tengan todos los Atributos Divinos que Nosotros tenemos , Amor, Sabiduría, Poder, Pureza, Verdad, Paz, Sanación, Consagración y Concentración,  “para que puedan expandir las fronteras del Reino de Dios".
Como sabemos, nada se logra sin el esfuerzo personal y, por tanto, se nos manda a la escuela, al Aula de las Siete Esferas alrededor de nuestro sol físico, y pasamos en cada esfera tanto tiempo como queramos, pareciéndonos cada vez más a Dios a medida que progresamos al pasar por ésta, nuestra aula.
Algunos de las chispas decidieron quedarse en una de las Siete Esferas para allí servir a Dios. Sólo los más fuertes deciden pasar a través de todas las Siete Esferas y proseguir a un aula nueva, la Tierra. Y quienes prosiguen a la Tierra están en el sendero para convertirse en la Divinidad, exactamente como nuestro propios Dioses Padre-Madre, Helios y Vesta. Todos estamos sobre ese sendero. ¡Nosotros lo escogimos!
Y lo interesante de esto es que no hay vuelta atrás. Todos tomamos conscientemente esta decisión trascendental, hace mucho tiempo. Algunos de nosotros escogemos ir despacio, a través de muchas, pero muchas encarnaciones. Otros progresamos más rápidamente.

Los Siete Templos de Iniciación

Primero, el neófito es puesto dentro de una celda similar a las celdas que los monjes utilizaban en cierta época. Allí se le deja bastante solo. Se le provee de una cama escueta, una silla y una mesa.
Claro está, el neófito tiene acceso a la maravillosa biblioteca. Se espera que comulgue con su propia Presencia "YO SOY", esforzándose por contactar ese Ser Divino, y dentro de sí desarrollar humildad ante este Él.
En el primer templo, los chelas aprenden la razón de ser. Ellos hacen la gran rendición, y luego se disponen a trabajar sobre sí mismos, sin importar las dificultades que ello conlleve. Si necesitan resistencia física, se les dan ciertos ejercicios, ciertas danzas, ciertos ejercicios de respiración, y se les cimenta fuerza y vitalidad en el cuerpo. Si necesitan concentración, se les entrena al respecto. Si necesitan tranquilidad y. equilibrio emocional, también se les ofrecen las disciplinas para desarrollarlas. Cada quien es su propio gurú, y esa es la parte más difícil del Templo de Luxor.
Dentro de este gran templo, bajo la dirección del Gran El Morya y Sus Asistentes, se da la disolución de la rebelión. La rebelión dentro de la corriente de vida es el sentimiento que separa a todo hombre y mujer del estado de gracia y de la comunicación constante con su Ser Divino.
A los pocos que superan el primer templo, se les lleva al segundo, conocido como el Templo del Aprendizaje.
Aquí, bajo la dirección del amado Lanto y los Hermanos de Su Orden, se les da la instrucción sobre la Ley, desarrollando la comprensión de la Ley de Causa y Efecto y demás Leyes Divinas.
Este es un episodio placentero y feliz. Se estudia el bien en el Cuerpo Causal, y los chelas se concientizan de la acción de la Ley que afirma: "Cuando recibes más asistencia de la que te mereces por mérito, tienes que dar un balance en servicio".
De esta manera, luego de estudiar su Cuerpo Causal y de escuchar los dictados de su corazón, el chela determina cómo puede dar el mayor servicio posible a la comunidad y a la humanidad. Decide convertirse en un gran cantante, un gran artista, inventor, instructor, sanador, sacerdote y así sucesivamente. Luego se le asigna a un templo donde puede desarrollar mayor eficacia en el campo que escogió.
En el tercer templo, se te pide que vivas con otras seis corrientes de vida, quienes tienen en sí las características particulares y las cualidades generales que te molestan. Tienes que vivir y orar con ellos. Tienes que vivir y aprender la ley que Saint Germain dio no hace mucho, en cuanto a que "Ia gente rechaza a las personas, lugares, condiciones y cosas, porque no se ha dominado a sí misma". Después de que te has ajustado a estos seis individuos, se te traslada a otro grupo de seis, hasta que, por supuesto, estás entre los pocos que no necesitan más de esto. Es en este templo que se van casi todos los chelas. Este templo está bajo la supervisión del Amado Pablo El Veneciano, el "Caballero del Cielo". No obstante, para ser una persona amable y gentil, tienes que ser tan fuerte, y tu tolerancia estar tan desarrollada, tu amor ser tan magnífico, que nada pueda cambiar la radiación de tu aura, excepto tu voluntad que la dirija hacia delante para una buena causa.
Quienes logran superar el tercer templo a la maestría, comparecen ante Serapis Bey por primera vez desde que entraron al Retiro. Muchos, pero muchos han partido por la puerta abierta antes de este momento! La  amada Maestra Ascendida Lady Nada tuvo un momento difícil al pasar esta iniciación. Varias veces, durante cortos períodos de libertad, Ella salía precipitadamente al desierto o al río Nilo, en busca de alivio.
En el cuarto templo viene la maravillosa experiencia conocida como "la unificación con el Cristo". Esta es una iniciación que preside Serapis Bey en persona. Quienes han aprendido a vivir con su prójimo, se han ganado el derecho de vivir con Dios...¡y a ver la Presencia cara  cara! ¡Aquí se descorre el velo, y el Santo Ser Crístico se revela.
Pero éste también es un período en que muchas voces hablan, cuando sólo el discernimiento, la oración, el altruismo y la humildad pueden discernir la Voz del Silencio. Este es un período en que, de ser posible, el ego es henchido (engreído) y las voces hablan de las grandes cosas que la personalidad hará. Dentro de este templo, a la personalidad externa se le despoja de todo egoísmo -tanto sutil como aparente- y después de pasar a través de esta iniciación, la corriente de vida está lista pata la Consagración.
En el quinto templo, donde los cada-vez-más-pequeños grupos entran bajo el Gran Hilarión, llegamos al hermoso Festival de Consagración. Aquí, los chelas se dedican como sacerdotes y sacerdotisas (el Llama del Fuego Sagrado). Hasta llegar a este punto, a los aspirantes no se les permite manejar la Llama ni oficiar en el Altar. Conforman la congregación, los suplicantes, los neófitos con la cabeza rapada los ropajes de lino, los pies descalzos y los corazones esperanzados. Cuando entran al quinto templo, habiendo pasado a través de la iniciación de unirse al Santo Ser Crístico en humildad desinterés: y servicio, están listos para obtener los ropajes de la CONSAGRACIÓN, las vestimentas puestas sobre ellos, las sandalias doradas en sus pies, los ropajes de lino sobre sus cuerpos.
Entonces, el Gran Hilarión, el Arcángel Rafael o alguno de los miembros de Su corte, realiza el Servicio de Consagración. La Luz es, consagrada antes de que entre al cuerpo. El cuerpo emocional es consagrado y hecho visible a toda la asamblea. Luego, el cuerpo eterico y el cuerpo mental son consagrados; y después de que esos cuerpos internos son de esta manera bendecidos, cada uno de los sentidos es consagrado por el sacerdote que preside y por Serapis Bey. Esta es una ceremonia magnífica, y algún día será organizada en las ceremonias del  futuro. Luego, allí se da la consagración de las manos, a través de las cuales fluye la Llama de la Sanación; la consagración de los pies, los cuales se convienen en el anclaje del Fuego Sagrado doquiera que ese cuerpo, desplace; la consagración de los labios, para pronunciar las palabras sagradas que invocan y comandan la manifestación de la precipitación y los poderes sanadores; la consagración de las energías a través de los ojos que capacitará la corriente de vida para ver únicamente la perfección y llamarla adelante.
A los nuevos sacerdotes y sacerdotisas, majestuosos en sus túnicas, cada uno representando el Rayo que es la actividad natural de la corriente de vida, se les asigna entonces al culto del templo. Allí, sirven por periodos cortos o más largos; algunos no van más allá de esta iniciación.
En el sexto templo, los chelas se convierten en mendigos ministradores, dejando Luxor para probar su Luz en el mundo de la forma. Las hermosas vestiduras son retiradas de sus hombros y se ponen a un lado dobladas; asimismo, las vestimentas de seda, los magníficos turbantes, las joyas de Luz, el Cetro de Poder, les son quitados. Vestidos, nuevamente como mendigos, los seres ministradores bajo el Rayo Devocional entran al mundo de la forma,  SIN CREDENCIALES y con un VOTO DE SILENCIO. No hay forma de lograr que ni siquiera los espiritualmente alerta y dignos se enteren de sus capacidades, excepto por la propia Luz del mendigo que, a través del ojo, el gesto, la radiación y el aura, tiene que prestar el servicio de expandir la Luz y de alentar la Ascensión entre las personas que ellos contactan.
Quienes regresan ,y algunos lo han hecho a lo largo de las edades, trayendo de vuelta las gavillas de su servicio en el mundo de la forma, están listos para entrar al séptimo gran templo; y a través del uso del Fuego Violeta, cada átomo y célula de su ser se convierte en una ceremonia de exteriorizar la Voluntad de Dios. Cada uno se convierte en una ventana a través de la cual, la Vida de Dios fluye sin calificación impura de ninguna clase, excepto para expandir las fronteras del Reino. Cada cual es como una fuente, que no tiene ni forma ni personalidad, y en este claustro se mantienen hasta el cierre de su período en la Tierra, cuando la Ascensión esté asegurada.
Nuestra vida actualmente en el mundo de la forma, nos está metiendo a muchas de las mismas iniciaciones como las que se han descrito, y nosotros mismos podemos medir nuestros éxitos y nuestros fracasos sin las indicaciones de un gurú, conociendo, en la honestidad de nuestro propio corazón, dónde necesitamos desarrollar más Iuz, y dónde ya somos maestros. De esta manera, cada hombre se convierte en su propio instructor, y atraviesa la Llama de la Ascensión a la  perfección del gran sacerdote o sacerdotisa; y al cierre de la vida terrena a... ¡tendrá la Liberación!

 

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