lunes, 31 de enero de 2011

Una experiencia mística

Extracto del libro "  El Angel Solar"


 Durante el curso de mi existencia kármica y en orden a la ley del discipulado he debido pasar -tal como ustedes habrán podido apreciar a través del curso de estas narraciones- por grandes experiencias, de carácter psíquico algunas, otras que podemos calificar de dévicas o angélicas y también otras de carácter trascendente y definidamente espirituales, mediante las cuales me fue posible establecer contacto con mi Yo superior, el Ángel Solar de mi vida. En muchos de mis escritos he hecho referencia a este bendito Ser, Señor de Compasión y de Sacrificio, cuyas actividades desde el plano causal del Universo, son las de ayudar a los seres humanos a liberarse de sus condicionamientos materiales y elevarse al reino espiritual. El Ángel Solar es el intermediario celeste cuya misión "  voluntariamente aceptada” es permanecer al lado de los hombres, desde que adquieren autoconciencia y son dotados de mente hasta que ascienden a las elevadas cumbres de la cuarta Iniciación.


Las experiencias espirituales en tomo a este esplendente Ser, alma de los Misterios celestes y gran intermediario cósmico, suelen ser de carácter profundamente místico y difícilmente relatables, ya que uno de los principales requisitos que presiden el contacto consciente del hombre con su Ángel Solar son la discreción y el silencio, cualidades ambas muy poco desarrolladas todavía en el ser humano. Sin embargo, la técnica de contacto de los seres humanos con este glorioso Iniciado que es el Ángel Solar, es de orden general y pertenece a todos los hombres y mujeres inteligentes y de buena voluntad que hayan decidido realizarla en sus vidas. No es por tanto un inviolable secreto dicho contacto, pero el Misterio que rodea a esta Vida espiritual trascendente, centro de nuestras más elevadas aspiraciones, está en relación con ciertos aspectos de la ley del Karma difícilmente comprensibles para los seres humanos.


La primera vez que percibí al Ángel Solar me hallaba en meditación y estaba completamente absorto en algún área definida de mi ser. Me encontraba en la pequeña galería de mi casa, era por la mañana temprano y todo a mi alrededor se hallaba en calma. De pronto sentí una sensación desconocida dentro de mi ser, como si de cualquier remoto lugar del espacio externo una voz muy familiar me llamase por mi nombre, alejando de mi mente todas las sensaciones habituales, aún las del propio silencio. Me sentí impulsado a escuchar con la máxima atención esta Voz tan extrañamente familiar y aparentemente tan lejana. A medida que lo iba haciendo sentía como si todo mi ser se desplazase a velocidades enormes hacia aquel punto infinito del espacio del cual partía el sonido de mi nombre. Perdí por completo la noción de mí mismo y de improviso me vi enfrente de una Entidad espiritual intensamente radiante... Me sonreía con gran dulzura y me decía algo aparentemente muy importante, pero que yo no acababa de comprender aunque trataba de hacerlo.


En un momento dado la Luz de Su aura de un color azul índigo inenarrable adoptó unos tonos intensamente ígneos. Parecía un ascua viva de fuego. En aquellos momentos sentí resonar dentro de mi conciencia y en mi propia lengua materna, el catalán, sus suaves y profundas palabras. Me indicaban un proceso, una resolución y un camino. No me señalaban meta alguna como corolario de la línea de esfuerzos que yo internamente sabia que tenía que desarrollar, pero intuitivamente sabía que al final de mi Sendero debería volver a encontrarme frente a Él, frente a mi Ángel Solar, el augusto Señor de mi destino kármico. Después de esta experiencia de tipo causal mi vida física tuvo una tendencia irresistible a cambiar.